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LIBERACIÓN A TRAVÉS
DE LA MEDIACIÓN -
¿Qué ocurre cuando una persona tiene un conflicto con alguien
de su entorno y no encuentra la manera de resolverlo? Normalmente se instala en
esa persona una inquietud que le impide estar cómodo, a gusto, y condiciona su
satisfacción personal, incluso profesional, y su vida.
Si el problema surge con alguien que vive al lado, la
situación a veces se convierte en una losa; y la gran inversión en dinero e
ilusión que supone la compra de una casa se convierte en un motivo de
frustración. Cuando la situación llega a un punto en el que interviene un juez
es que la situación no tiene retorno; pero ¿Realmente una sentencia judicial
elimina el problema y mejora la situación?
Las personas somos seres increíblemente creativos, capaces de
lo peor, pero también de lo mejor. Si un tercero dice cómo hay que resolver un
problema entre personas, aunque sea respetando la ley; hay muchas posibilidades
de que las personas afectadas guarden una lista de agravios que volverán a
poner de manifiesto a la menor ocasión; sencillamente porque no han podido
sacarla durante el juicio.
Esta situación tan cotidiana, parece que es antigua, muy
antigua; tanto que hace siglos se resolvió con una figura: la mediación. En
otros artículos del blog se cuenta un poco como ha sido su historia, pero ¿Cómo
es una mediación?
Pues una mediación comienza con la preparación específica del
mediador, porque con sólo buena voluntad el mediador no puede hacer mucho;
enseguida las partes creen que da la razón uno o al otro, o no conduce el
diálogo de forma conveniente y todo el intento de solución se malogra.
Hay mediadores naturales, cierto; en los pueblos la figura
del Juez de Paz es un ejemplo, pero ¿qué habilidades tiene que tener un
mediador? Son muchas las convenientes, y todas van dirigidas a fomentar el
diálogo, pero si tuviésemos que elegir serian: saber escuchar y preguntar; e incluso hablar lo justo, y ya puestos,
saber utilizar los silencios. Los protagonistas son las partes, nunca el
mediador.
¿Cómo hacer una mediación? El mediador pregunta inicialmente
a las partes por separado su versión de la situación, y a veces se encuentra
que las partes tienen identificado el mismo problema y otras que el problema
para uno o para el otro es distinto. Aquí el mediador ( y durante todo
elproceso) no tiene que dar ni quitar la razón sólo intentar comprender cómo se
sienten las partes y qué es lo que ha ocurrido. Una vez que se han desahogado,
hay que evaluar si el asunto es mediable o no; la mayoría de las situaciones lo
son. Uno de los momentos cruciales de la mediación es convencer a quien no ha
tomado la iniciativa de mediar, de que se avenga a hablar.
¿Y dónde se desarrolla el diálogo? Siempre en un terreno
neutral. El número de veces que hay que reunirse puede variar, pero con tres o
cuatro sesiones en total es suficiente para llegar a un acuerdo o para
desistir. En este caso es conveniente recordar los avances que se han logrado
aunque no se llegue a un acuerdo definitivo.
Cuando se ha informado a las partes de cómo se va a
desarrollar el diálogo, pues dejar claro las reglas (dejar hablar, establecer
turnos, respeto etc.) es esencial, comienza lo importante: el diálogo.
El mediador suele hacer un resumen muy corto de la situación
y pregunta si están conformes con la descripción del problema. El mediador va a
comenzar evitando palabras tales como problema, conflicto etc. Y comienza a
usar diferencia, controversia etc. Pregunta quién quiere comenzar primero y
recuerda las reglas.
Conducir la mediación va a requerir saber llevar a las partes
a sacar las emociones, a poner de manifiesto cómo se han sentido, cómo se sienten y cómo les gustaría sentirse. Hasta
que no se “vacíen emocionalmente”, no van a ser capaces de crear soluciones y
alcanzar acuerdos.
Centrar a las partes en las soluciones y no permitir que
vuelvan a enredarse en analizar situaciones que no aportan soluciones, sólo
puntos de vista diferentes, es una habilidad esencial; pues tampoco se puede
cortar radicalmente ese diálogo si es importante expresarse para una de la
partes. Es esencial manejar los tiempos y aclarar el camino a la mejor solución
para todos.
Centrar el diálogo en la mejor solución para todos, es la
labor del mediador. Son las partes y sólo ellas las que deben decidir cómo es
la solución.
Cuando dos o más partes encuentran una solución a una
situación de conflicto se sienten liberados (resolutio significa liberación, lo
re-suelto), pues se liberan de una situación que los tenía atrapados; y eso
hace posible que las personas puedan estar más satisfechas. Incluso felices. Lo
que no es poco.
Celia Butrón
Mediadora y Abogada
Voluntaria del Servicio de Mediación Vecinal de Rivas-vaciamadrid.